En una larguísima reunión con sudafricanos en Madrid, hacemos un paréntesis para comer. En la conversación, como no, salen las costumbres nacionales, como la siesta, de la que tenían entendido que implicaba que caíamos fulminados todos los días en nuestras propias mesas de trabajo. A la vuelta, el Sr. Martínez tropieza con unas baldosas sueltas de esas que dan un tono desenfadado a la ciudad. Intenta mantener el equilibrio, pero en determinado momento, siguiendo un reflejo de las artes marciales que a la sazón practicaba, cae de forma controlada. Se le acerca uno de los visitantes, que en lugar de tenderle la mano se pone en cuclillas y le dice: "Mr Martínez: Spanish siesta?"Lamentablemente yo aun no puedo contar nada similar, ya que lo único que recuerdo son algunos ataques de somnolencia... en los que, además, suelo ser yo el protagonista ;-).
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