Muy cansado... cansado y bastante somnoliento.
Me está costando coger el truquillo a este nuevo horario. Resulta que nuestro horario era de 8:00 a 18:00 con una hora para comer, mientras que el del resto de los empleados era de 8:00 a 17:00 con esa misma hora para comer. De este modo, yo acudía a trabajar en un bus de empresa que me recogía en Villalba (el pueblo de al lado de Alpedrete) a las 6:40.
Sin embargo, desde el comienzo de año las cosas han cambiado: mientras mi horario sigue siendo el mismo, el de los demás currelas ha pasado a ser de 7:30 a 16:45... De este modo, si quiero seguir utilizando el bus de empresa (ventajoso porque me monto y me puedo dedicar a dormitar casi hora y media más), tengo que cogerlo a las 6:10... con lo que estoy durmiendo menos de 5:30h (que es el límite mínimo que necesito) y estoy llegando al curro media hora antes a diario.
Y la verdad es que tengo pocas opciones:
- puede que nos cambien el horario y nos lo adapten al nuevo... sería una buena opción, pero seguiría durmiendo poco. Me cuesta meterme en la cama por la noche antes de las 0:00.
- puedo levantarme con el tiempo justo y solo ducharme y afeitarme por las mañanas... o incluso irme a la cama afeitado... Así podría dormir mis 5:30h. Pero me gusta demasiado desayunar con cierta calma por las mañanas.
- puedo irme a Madrid en transporte público para llegar al curro a las 8:00. Sin embargo esto me obligaría a bus+metro+bus, lo cual dificulta enormemente dormir con cierto rendimiento en ese proceso.
Por ahora estas semana estoy durmiendo unas 5 horas de media y se nota... después de comer hay días en que se me hacen las horas eternas y me muero de sueño (esto me recuerda a las clases de tarde en la profe (Mondragon Unibertsitatea) ;-) Como efecto colateral llevo una larga temporada en la que apenas leo nada más allá de la prensa: en cuanto abro un libro y comienzo a leer en el autobús noto como se apodera de mi el sueño... no puedo evitarlo. Menos mal que todavía no me he pasado ningún día de mi parada.
Al menos estos últimos días tenemos tanto trabajo (y va en aumento) que no me queda tiempo para modorras ni nada en horas de oficina.
Pero bueno, estas semanas también han dado para mucho más. Sin ir más lejos, han transcurrido todas las navidades. Como viene siendo habitual, repartiendo las fechas "especiales" entre Vitoria y Madrid y disfrutando de la compañía de familia y amigos. Además había una novedad en esta ocasión: dadas las circunstancias, ya soy una víctima ideal de la corbata como regalo de emergencia... ;-)
Al menos este año, por vez primera en bastante tiempo, hemos tenido una "blanca navidad" con buenas nevadas en fechas clave. Y casi podría añadir que la mayor novedad ha sido en esta ocasión que me he librado de las emociones de las nevadas sumadas al tráfico por carretera... aunque pensándolo bien, es cierto que tuve que adelantar mi vuelta a Madrid porque las nevadas dificultaron el tránsito de autobuses y trenes. Y también es cierto que las nieves hicieron que la tradicional reunión navideña de las gentes de Colegio Mayor quedara un poco deslucida en cuanto a asistencia.
Y también las nieves dieron lugar a una buena sorpresa el otro día en la sobremesa en Vitoria. Las nevadas de finales de enero dejaron la ciudad colapsada: vehículos atascados, colegios y negocios cerrados, hielo en abundancia y los tejados cubiertos con una buena capa de nieve.
A lo que iba, estábamos en plena sobremesa y en plena discusión familiar sobre el bien y el mal, planes políticos, centralismo, conveniencias, consecuencias y demás. Por la ventana del quinto piso veíamos el cielo... y de pronto: ¡sorpresa! ¡asoma una cabeza por el exterior de la ventana! Y a esa cabeza cubierta por un casco sigue un cuerpo ataviado con el uniforme del cuerpo de bomberos y la estructura extensible de la escalera del camión autoescala... La sorpresa inicial fue considerable... pero en un instante comprendimos los motivos: no venían a mediar en nuestra sobremesa, venían a retirar los restos de nieve que amenazaban con caer desde el voladizo del tejado a la acera seis pisos más abajo.
De todos modos, el final de la navidad se nota bastante en ciertos ámbitos... el gimnasio por ejemplo. Justo después de la navidad, una gran marea humana toma al asalto las instalaciones deportivas disponibles haciendo casi imposible el uso normal de las mismas. Se supone que pretenden quitarse en unos días el sobrepeso navideño (o, al menos, la mala conciencia por el mismo)... Pero en muy breve espacio de tiempo desaparecen tan misteriosamente como llegaron. Y volvemos a estar en familia hasta que el verano esté a la vuelta de la esquina, claro.
Estas semanas también han dado lugar a unas cuantas excursiones y visitas interesantes: Chinchón, Pedraza, la Fuenfría y los guerreros de Xi'am.
Chinchón y Pedraza son dos poblaciones en cierto modo similares. Ambas históricas y ambas respetuosas con su herencia arquitectónica. Aunque he de decir que me gustó bastante más Pedraza (ésta ha sido, al menos, mi segunda visita): casco urbano en un alto aislado y solo accesible por una única puerta, muy cuidado y bastante limpio. Y además hay varios sitios muy fotogénicos (la plaza o el castillo) y se come bien.
La de Fuenfría es otro tipo de excursión: en total (ida y vuelta) unas cinco horas a través de los bosques nevados de Valsaín hasta llegar a un alto donde confluyen una calzada romana y una antigua carretera de tierra de la república junto a la fuente que bautiza la excursión. Día espléndido aunque fresco, hermosos paisajes umbríos y soleados, caminar lento y laborioso sobre la nieve... una estimulante alegría para los sentidos.
Y los guerreros de Xi'am... sin palabras. Un espacio de exposición excepcional en plena Plaza de Castilla, un antiguo depósito de aguas de altos techos y periódicas columnas. Ambiente calmado y sombrío ideal para exponer y apreciar las más de 150 piezas que arropan los extraordinarios guerreros de terracota fabricados para formar parte del ejército póstumo del emperador Qin, el impulsor de la construcción de la Gran Muralla china.
Y en nuestro caso con dos detalles importantes; el primero haber comprado las entradas por internet, lo cual nos supuso ahorrarnos una interminable espera hasta entrar al recinto. El segundo, tener la suerte de entrar justo a la vez de una pareja con sus dos hijas. Y fue una suerte porque era una pareja mixta: él era español y ella china, lo que nos permitió disfrutar de múltiples comentarios muy interesantes sobre las piezas expuestas así como de la lectura y traducción de varias de las inscripciones existentes.
Pese a la gran cantidad de público y los numerosos niños correteando de un lugar a otro, la exposición mereció mucho la pena.
Y para acabar, una bonita historia verídica que me ha contado su protagonista (no un amigo del hermano del vecino del 5º sino la genuina protagonista principal):
Resulta que un día, al llegar del trabajo, tuvo la gran suerte de encontrar un buen sitio para aparcar justo delante del portal de su casa. Con el vehículo bien aparcado, subió a casa y se dedicó a la rutina normal de la tarde-noche de un día laborable...
Ya por la mañana, una vez lista para salir hacia el trabajo, observó que un coche de la Policía Municipal estaba detenido en doble fila bloqueando el suyo. Los agentes estaban en la cafetería (situada junto al portal) desayunando. Tras pedirles que movieran su vehículo oficial, ¡sorpresa! ¡La llave no abre la puerta del ibiza!
Tras unas maldiciones e improperios, lo propios municipales se interesan por el asunto: que es posible que hayan intentado forzar la cerradura, que si quiere que intenten abrir ellos la puerta para que al menos pueda llegar al trabajo,... Y ella sorprendida porque las cerraduras de ambas puertas estaban como nuevas, no había daños visibles pero no se abría ninguna de las dos puertas...
Cuando los municipales estaban a punto de ir a buscar algo para poder acceder al interior del vehículo, se le ocurre mirar al interior... y ve el cenicero abierto y lleno de colillas. Y en un primer momento piensa: "¡pero que gente! ¡Han forzado las puertas para entrar a fumar al coche, justo ahora que he dejado de fumar!"
Y de pronto... una sospecha se apodera de ella... se aleja unos pasos del ibiza gris sin mirar a los municipales, la mirada fija en el suelo... la levanta lentamente... y lo ve claro: ¡¡su ibiza gris estaba aparcado delante de otro ibiza gris, del ibiza gris que estaban intentando abrir!!
Así que con cara de circunstancias tuvo que contar a los municipales y al camarero de la cafetería la equivocación, abrir sin problemas la puerta de su ibiza gris, ponerlo en marcha y salir rápidamente de allí camino de la oficina...
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