Sin embargo las consecuencias no han estado a la altura: la mayoría de los embalses siguen bajo mínimos, un solo día con un blanco amanecer en Alpedrete, un único día con problemas para llegar al trabajo a primera hora. Eso si, el día problemático supuso un emocionante viaje en bus de casi tres horas para cubrir el habitual trayecto de 90 minutos: subida de pendientes con las ruedas patinando, múltiples vehículos en las cunetas, pocos quitanieves,... y todo por unos poquitos centímetros de nieve.
Y es que he de reconocer que, pese a las diferentes aventurillas vividas en la nieve, me gusta mucho disfrutar de una buena nevada. Ya sea desde la ventada del salón pegado a la chimenea o desde la ventanilla del León en plena carretera.
Y me gusta aunque en ocasiones resulte un serio estorbo para llevar a cabo algún plan. Como el de la cena en una sidrería que el pasado año fue suspendida (y que nos costó 14 horas de viaje desde Alpedrete hasta Alpedrete tras pasar por Pancorbo) y que este mismo año nos hemos visto obligados a evitar tras alertar Protección Civil del riesgo de viajar el fin de semana elegido.
Y entre el fresco y la nieve, un fin de semana nos escapamos a una casita aislada en medio de Salamanca provincia y junto a Peñacaballera y Béjar con la excusa de un cumpleaños. Lo de siempre en estos casos: un poco de emoción con el funcionamiento de la caldera, unos paseos por los alrededores (La Alberca en Las Batuecas, Candelario), bien de comer y de beber (con exquisita tarta casera incluida), un poco de música bailable para amenizar la noche al ganado cercano, y alguna que otra foto.
Más en la línea de mis salidas favoritas, las de botas y mochila, un par de ejemplos: Opakua nevado y La Pedriza. Ambos lugares muy conocidos y frecuentados con zonas aptas para ir en familia y pasar un día tranquilo, pero muy distintos uno del otro.
En el caso de Opakua (una preciosa llanura a unos 1.000 metros de altitud en la parte oriental de Álava con abundante arbolado caduco autóctono) no fue necesaria la mochila porque fue un paseo de un par de horas sobre la gran cantidad de nieve caída estos meses. Aunque la capa de nieve sería de al menos medio metro, pudimos caminar sobre ella durante casi todo el paseo porque estaba bastante dura debido al intenso frío de los últimos días.
La Pedriza es un caso totalmente distinto. Por una parte geológicamente ya que se trata de una zona con numerosas rocas de increíbles formas. Por otro lado meteorológicamente porque el día resultó templado y con un sol radiante. Además es una Reserva de la Biosfera desde 1993 con abundante fauna y vegetación.
En este caso fue necesario madrugar un poquito porque solo está permitido el acceso a la zona de aparcamiento a un número limitado de vehículos; además la mochila resultaba imprescindible para llevar algo de ropa de repuesto y algo de comer y beber en los descansos. Al final resultó un paseo de 5 horas, con un muy emocionante descenso por una zona muy abrupta que difícilmente podría explicar de forma adecuada. Solo decir que en varias ocasiones dejamos atrás obstáculos que nos hubieran impedido dar la vuelta y buscar otro camino de descenso.
Otra cosa emocionante que ha sido comentada asiduamente en todos los medios durante varios días ha sido la historia del incendio del edificio Windsor. Da la casualidad que estábamos en los alrededores esa noche y que nos avisaron de que había bomberos en el edificio al principio del suceso... y vimos desde un sexto piso cercano parte de las llamas en la zona alta alrededor de medianoche. La verdad es que el desarrollo de todo el asunto ha estado plagado de incongruencias, sorpresas y emoción, por momentos las teorías más rocambolescas tomaban cuerpo,... y a estas alturas solo queda una mole de hormigón y hierros retorcidos esperando a ser retirados. Se ha oído de todo: desde que era una antorcha olímpica para promocionar Madrid 2012, hasta que la culpa la tiene la mano de obra inmigrante,...
¿Y el trabajo? Bien, gracias. Llevamos cierto tiempo con una carga laboral por encima de la media de este último año (además único y primer año en Accenture y este proyecto). Y me ha tocado recientemente conocer otras plantas además de la de Getafe y Barajas: una de las de Sevilla y la de El Puerto de Santa María. Y no será la única vez: en una semana, toca volver por unos días.
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