Lo cierto es que yo partía de una posición escéptica ya que no suelo montar a caballo (mejor dicho, solo he montado a caballo otra vez en mi época adulta). Pero los detalles me resultaban atractivos, y más aun según la fecha se iba acercando.
Y al final el paseo a caballo a la luz de la luna resultó muy bien: sorprende una luna tan brillante y tan válida para distinguir suficientemente el entorno, sorprenden las densas y oscuras sombras, sorprende el estrellado cielo nocturno de la sierra madrileña y sorprende lo bien que podemos desenvolvernos monturas y jinetes en esas circunstancias. Fueron casi dos horas de paseo hasta pasar la medianoche y las secuelas físicas resultaron casi inexistentes (nalgas, piernas, espalda,... todo bien los días siguientes).
Es la ventaja de esta temporada en la que el disfrute de la jornada intensiva en el trabajo se puede hacer de forma activa o pasiva, es decir, haciendo cosas o no haciéndolas (descansando).
Dentro del disfrute activo, hemos tenido de todo estas últimas semanas. Por ejemplo, en días consecutivos, el famoso cumpleaños aguado de la Oriol, una corderada en Sepúlveda para celebrar otro cumpleaños, una barbacoa casera de lujo para un tercer cumpleaños en Colmenarejo y el estreno en "Sabor a mi", un bar mejicano en la zona de Chueca, de "Algo Especial", el corto en el que he aportado mi granito de arena.
Por cierto, que el siguiente corto de la Trilogía del Amor va por buen camino y ya es posible disfrutar de un pequeño anticipo:
Por otra parte, han pasado otros Sanfermines, muy fugaces este año ya que únicamente pudimos disfrutarlos por una noche... y rodeados de miles de fieles seguidores.
Y en otro estilo muy distinto, hemos conocido las pozas del río Angostura en la zona del puerto de Cotos. Tras alrededor de una hora de paseo a través de un sencillo camino que atraviesa el bosque, unas cuantas pozas tranquilas, sombrías, amplias y... muy fresquitas!
Para terminar, una recomendación: si podéis asistir a algún concierto de Gospel Factory, aprovechad la ocasión porque merece la pena. He tenido ocasión de verles/oírles dos veces en las últimas semanas (en Las Rozas y Alpedrete) y he disfrutado enormemente en las dos ocasiones.