No es que me apeteciera mucho ese tipo de vacaciones (Marbella, levantarse tarde, comer-beber, marcha, trasnoche y vuelta a empezar...), pero he de reconocer que el resultado final ha merecido la pena. Y ha merecido la pena por muchas razones: Marbella, Ronda, Grazalema, Frigiliana y Nerja. Y por las aventurillas, claro.
Con una destacada participación de nuestro Señor de las Llaves particular (no en vano dispone de manojos y manojos de llaves de los más variados y dispersos bienes inmuebles), la noche de más emoción comenzó con aparente normalidad: todos listos para ir a cenar algo en plena noche marbellí junto a unos amigos. Salimos de casa y junto al ascensor nos damos cuenta de que nadie ha cogido las llaves de casa... una vez vencidas las primeras reticencias sobre si era una broma o no, tratamos de abrir la puerta como manda la teoría: una lámina plástica de cierta rigidez y cierta flexibilidad para empujar el pestillo. Lo intentamos con una tarjeta de visita de plástico pero tras un buen rato desistimos: era demasiado pequeña.
Afortunadamente, en el portal había un tablón de anuncios con el teléfono del portero y pudimos hablar con él... pero estaba de viaje y no podría abrirnos la puerta hasta la tarde-noche del día siguiente. Así que empezamos a pensar seriamente en llamar a un cerrajero: no era plan pasar 20 horas seguidas fuera de casa.
La primera llamada al cerrajero de guardia (eran ya casi las 11 de la noche) nos desanimó por el precio: 175€ (¡!). Volvimos a replantearnos cómo aguantar hasta la noche del día siguiente... y volvimos a llamar a otro cerrajero. En este caso nos dijo que 90€, lo que nos pareció mucho más razonable; nos dijo que en media hora estaba ahí.
Estábamos sin cenar, por lo que decidimos irnos por turnos a tomar algo. Tratamos de entrar en la cafetería más cercana... y justo estaban cerrándola. Fuimos al siguiente local y una chica que estaba en la barra junto a nosotros tuvo una lipotimia y se fue al suelo... Dejamos el local en medio del revuelo y nos metimos en una cervecería irlandesa a tomar dos pintas de cerveza tostada y unos frutos secos. Y según estábamos en ello, nos llamaron para decirnos que ya estaba el cerrajero.
Y el cerrajero tardó exactamente cinco segundos en abrir la puerta... está claro que todo depende de la herramienta adecuada. Por cierto que no quiero ni pensar lo que costará la hora de cerrajero si 5 segundos son 90€...
Y no fue el único olvido: otro de los días el teléfono de uno de nosotros se quedó en la mesa de un bar de donde habíamos huido porque el camarero no nos hacía caso (resultado: el teléfono fue recuperado tras volver al local). Y para terminar, el neceser del dueño del teléfono extraviado fue olvidado también... y también recuperado tras una oportuna media vuelta.
Sobre Marbella, decir que la zona antigua me sorprendió por su belleza y sencillez. Por su parte Ronda, Grazalema o Frigiliana son poblaciones más tradicionales, blancas y más o menos escarpadas. Y Nerja (la cuna de Verano Azul), típico pueblo crecido de la mano del turismo a la orilla del mar.
Puerto Banús, en cambio, es el máximo exponente del glamour y de la ostentación: vehículos de lujo, yates de ensueño, entes vestidos de las formas más llamativas y comercios de todo tipo con precios imposibles. Para redondear semejante ambiente, nos tocó el único chaparrón de las vacaciones...
Y, para acompañar el viaje de regreso, nos tocó el día de mejor clima: sol radiante, calor y cielo absolutamente azul...
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