El primero resultó especialmente largo gracias al día de la Comunidad de Madrid: cuatro días de desconexión que dieron bastante de sí.
Empezamos con una buena excursión de unas cuatro horas siguiendo el curso del río Aguilón hasta la cascada del Purgatorio, partiendo desde lo alto del puerto de La Morcuera. La habíamos llevado a cabo hace menos de un año, pero en esta ocasión resultó mucho más agradable debido a la más suave temperatura y a que hemos disfrutado de la compañía de menos insectos en el tramo final. Aquí unas imágenes ilustrativas.
El día siguiente, visita al tradicional Rastro de Antigüedades y Artesanía en Navacerrada, seguido de una buena comida en familia en una sidrería asturiana recientemente descubierta: El Gallu. Buenos precios y estupenda calidad en las viandas.
Por cierto, en el mercadillo adquirimos algunas cosillas, entre ellas un lienzo original que nos gustó: Abstracción de cuadros, de Molano.
Y un día después, visita a Segovia (unas fotos). Una verdadera marea humana en las inmediaciones del acueducto que se diluía a medida que nos alejábamos de la zona. Nos agradó el ambiente, el aspecto de la ciudad, visitamos una exposición sobre la vida en palacio en la Edad Media y otra sobre brujería... pero nos dejamos muchas cosas interesantes en el tintero. Lo cual no deja de ser bueno para plantearnos otra visita próximamente.
El segundo fin de semana ha tenido un objetivo muy distinto: despedir la vida de soltero de un amigo vitoriano. Aunque parte del grupo empezó el festejo la noche del viernes, el despedido y el resto llegamos a la casa rural Araiko en Tuyo (Álava) la mañana del sábado.
Tras la comida en grupo en Sobrón (con un enorme conejito rosa), dedicamos el resto de la tarde a sudar y ejercitarnos con dos horas de paintball, puenting y un descenso de rapel.
El paintball, bajo un sol de justicia y en un pequeño campo, no me emocionó en exceso... aunque si que me hizo sudar (la máscara y el mono ayudaron bastante); el rapel acabó casi al empezar aunque la pared tenía unos 20 metros de alto... y el puenting... el puenting me gustó. Tenía previsto no saltar pensando en mi físico y en la cuerda sujetando los tobillos, pero cuando vi la altura del puente y que las cuerdas se sujetaban a la altura de la cintura con un buen arnés, no tuve ninguna duda...
La cena de ese día, acompañados de un voluminoso tigre, fue en la taberna La Era en Escota. Estupendo caserío rústico con decoración original y buena cocina.
Y algunas de las imágenes del fin de semana, como es habitual, disponibles en Flickr.
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