Todo comenzó, como viene siendo habitual, por el principio: dedicando unos minutos a revisar los blogs que suelo seguir y encontrándome de lleno con la convocatoria del Primer vinete de Cucharete.
El evento me generó curiosidad (sobre todo después de leer cómo se las gastaron en el Primer Sabadete de Cucharete) y aporté mi granito de arena para poder participar en el sarao, además de avisar a todos mis amigos madrileños para que hicieran lo mismo, aunque al final solo yo tuve la suerte de obtener plaza.
Mi idea era que nos dejarían probar el vino, habría algo frugal para picar y nos harían partícipes de las excelentes cualidades del caldo y de las excelencias de la bodega en una charleta más o menos formal... pero la realidad resultó bastante diferente.
Me presenté en la puerta del restaurante Jhambala con lo puesto unos diez minutos antes del momento de inicio del evento. No conocía a nadie e iba preparado para aguantar el tipo y abandonar discretamente si no terminaba de encajar en el asunto... pero allí mismo, en la acera frente a la puerta del local, conocí a Juanjo - Perrocaja, finalista del concurso de carteles del evento. Unos minutos después llegó Guille de MyBiota y ya éramos casi íntimos para cuando comenzó todo...
Nada más entrar, y después del trámite de la identificación, la visión de decenas de botellas descorchadas y copas listas para ser usadas... Y, además, grandes cantidades de cosas para masticar y mejorar así la experiencia organoléptica de un buen caldo. Como bien detallan en la propia crónica de Cucharete: "nos hemos entretenido con los espectaculares 40 kilos de empanadas variadas (atún, carne y chorizo) que venían directas desde Alcalá de Henares para el Vinete, 10 kilos de un exquisito queso curado Páramo de Guzmán con un envejecimiento de 10 a 12 meses, aderezado por 6 kilos de picos de pan y 1 kilo de uvas pasas, 8 kilos de un gran chorizo y otros 8 de un jugoso salchichón ibérico, 5 kilos del sabrosísimo aperitivo japonés que nos ponen en los locales más exclusivos acompañando a las copas, 5 kilos de olivas españolas de gran calidad y otros 5 de frutos secos variados", sin olvidar los "6 kilos de los famosos cacahuetes chocolateados que todos conocéis: ¡Conguitos! ¡Ricos, ricos! (blancos y negros, para todos los gustos) que nos reservaríamos como postre".
¡Qué decir de las más de dos horas de disfrute de la compañía de los nuevos amigos bien regada de MundoGay y sin apenas parar de masticar!
Aunque hacia el final hubo momentos de desazón al constatar que nuestros números se resistían a salir en el interminable sorteo, antes de terminar los tres habíamos tenido premio.
Justo antes de salir a la calle, y después de despedirnos de Guille (tenía otros asuntos que atender), conocimos a otras dos encantadoras personas: Ramón de Es Madrid no Madriz y Pilar. A partir de ahí seguimos un buen rato charlando como amigos de toda la vida mientras cambiábamos el zumo de uva por zumo de cebada...
El tiempo se me pasó volando, rapidísimo (buena señal, no?) y, cual cenicienta, tuve que salir corriendo para volver con los míos y a Alpedrete porque la mañana siguiente tenía que madrugar para volver al campo del Goya a jugar un partido de fútbol que pude jugar sin ningún tipo de problema... aunque eso es otra historia que será contada en otro momento...
Por cierto, si queréis imágenes y vídeos de todo esto además de otros puntos de vista, lo mejor es que reviséis los comentarios y enlaces de Vinete de Cucharete - ¡Llegó el día!.
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