En ese momento me parecía un móvil pequeño y estilizado... hasta que pude cambiarme al Nokia 8210: ahí si que noté la diferencia. Por cierto que el cambio fue en realidad un intercambio: entregué mi robusto y fiable 3210 por un flamante 8210 nuevo y ambos implicados quedamos satisfechos.
El 8210 comenzó a tener problemas con la pantalla al cabo de unos meses y lo guardé en un cajón para emergencias al adquirir un Ericsson T65. Éste resultó también fiable y robusto, hasta el día en que me lo robaron (dos mocetones de color, de madrugada... aunque eso es otra historia).
Tras unos días de vuelta con el 8210, adquirí el móvil que más me ha convencido por ahora: el SonyEricsson T600, pequeño, ligero, sencillo y resultón. Lástima que falleciera súbitamente al poco de vencer la garantía.
Para pasar el tiempo mientras esperaba a un cambio de móvil subvencionado por mi operador, adquirí un SonyEricsson T230 de segunda mano en eBay. Resultó bien, y supongo que seguirá operativo aunque esté apagado en un cajón junto al 8210.
Y finalmente, éste mismo verano, aproveché la oferta y me cambié al SonyEricsson K700. No es el tipo de móvil que yo elegiría en condiciones ideales, pero parece bastante difícil encontrar un móvil sencillo, sin cámara ni florituras superficiales que disponga de Bluetooth... así que me he tenido que llevar, todo en uno, un móvil decente, una cutre-cámara, un reproductor mp3 sin casi memoria y una radio FM.
Me sorprende haber tenido tantos teléfonos en un plazo de tiempo relativamente tan pequeño, me sorprende casi tanto como lo imprescindible que nos parece ahora este aparato cuando toda nuestra infancia y juventud pudo pasar sin que existiera ni en nuestros sueños... pero ésto es lo que hay.
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