En nuestro caso organizamos un viajecillo a Asturias ajustando sobrantes vacacionales del año anterior para extenderlo durante 5 días y astutamente decidimos salir el viernes por la mañana para evitar a la mayoría de madrileños que saldrían el mismo jueves por la tarde. De hecho pudimos comprobar que el aparcamiento resultaba mucho más sencillo la tarde-noche del jueves en algunas zonas de la capital.
Pero al salir a la carretera de La Coruña (A-6), atasco monumental. Desde Alpedrete esa carretera tiene dos carriles por sentido de circulación; pues bien, habían quitado uno del sentido entrada para añadirlo al de salida y también habían habilitado el arcén para circular por él. Y pese a todo, circulación muy lenta con paradas (más tiempo parados que circulando). Fueron unos 20 km de atasco, pero estuvimos ahí unos 80 minutos. Afortunadamente, al entrar en el tramo de pago (AP-6) el asunto mejoró bastante y posteriormente el resto de viaje resultó fluido. Como detalle curioso, parece ser que en lo mas atascado del atasco estaba Javier Cámara en un Focus con cara de "qué hago yo aquí??"
En Asturias conocíamos de una anterior estancia una Casa de Aldea preciosa (Casa La Fonte), cerca de Luarca, regentada por una familia muy simpática y a un precio muy competitivo. Además habíamos esbozado diversas opciones para ajustarlas después en función del clima. Y como prácticamente no dejó de llover en todo el fin de semana, al final tuvimos que descartar casi todo lo natural y campestre para centrarnos en áreas civilizadas.
El único día sin lluvia, el sábado, nos acercamos por la mañana a pasear por la Playa de las Catedrales en bajamar y disfrutamos del espectáculo impresionante que la naturaleza ha ido construyendo a lo largo de los siglos. Cuevas, enormes arcos y cúpulas, arena fina y clara... y de fondo, el mar rugiente esperando a retomar su labor.
Después nos adentramos a la zona interior más occidental de Asturias, la comarca de Oscos y Taramundi. Ahí pudimos disfrutar del paisaje rural mimado de una de las zonas pioneras del turismo rural en España. Y ahí (concretamente en Santa Eulalia de Oscos) comimos la mejor tarta de queso de todo el fin de semana (casi me he dedicado a hacer un estudio al respecto; el segundo clasificado resulto el flan de queso del "Mesón del Mar" en Luarca). El restaurante "Las Cercas" muy recomendable: muy buenas carnes a la brasa y un precio ajustado.
El día siguiente visitamos la zona costera entre Luarca y Avilés: Cudillero, Muros, Soto, San Esteban y San Juan de la Arena. Y después de comer por ahí buscamos la tranquilidad del interior en Pravia... pero nuestro gozo en un pozo: nos topamos con el final de un rally. Cientos de personas, calles bloqueadas, decenas de vehículos adaptados de colores chillones y muy ruidosos... Al final decidimos hacer tiempo hasta que se despejara un poco la zona porque había enormes colas para abandonar el lugar. Por cierto, la lluvia fue compañera habitual.
El lunes, nos acercamos a ver el casco antiguo de Oviedo. La verdad es que resulta agradable pasear por sus calles peatonales y pararse a ver las bonitas y cuidadas fachadas de rancio abolengo. Pero los edificios que más me gustaron fueron dos muestras de construcciones prerrománicas que se conservan excepcionalmente en las afueras: Santa Maria del Naranco y San Miguel de Lillo. Sólidas edificaciones que han aguantado el paso de los siglos viendo como su entorno evolucionaba con mejor o peor suerte. De vuelta nos detuvimos en el Cabo Vidio para resultar impresionados por el fuerte viento, los cientos de gaviotas suspendidas en el vacío y los acantilados golpeados por el mar incansable. Por cierto que este día llovió a mares casi sin pausa y en la comida la tarta de queso de un menú económico obtuvo el tercer puesto.
El martes salimos de la casa poco antes del mediodía tras empaquetar de nuevo todos los enseres y ropajes y despedirnos de nuestros anfitriones. De hecho un par de noches estuvimos con ellos en su salón charlando de temas diversos mientras probábamos el resultado de la maceración en orujo de diversos productos.
Paramos en Avilés, donde se supone que la revolución industrial casi había acabado con los vestigios del antiguo casco urbano... y quedamos sorprendidos por lo que aun quedaba.
Ya de vuelta, un poco de nieve por la zona del puerto de Pajares (volvíamos por la AP-66) pero el regreso resultó fluido en todo el trayecto.
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